Por Daniel Ortiz Morales
En las últimas décadas,
hemos sido testigos de cómo las instituciones educativas de todos los niveles,
desde el básico hasta el superior, siguen utilizando certámenes de belleza como
una herramienta de propaganda institucional. Estos concursos, conocidos
comúnmente como "Señorita … 2024", no solo buscan destacar la
"belleza" de sus estudiantes, sino que también representan una
significativa fuente de ingresos para dichas instituciones. Sin embargo, esta
práctica presenta serias implicaciones tanto desde el punto de vista social
como educativo, que merecen una reflexión crítica.
Los Certámenes de
Belleza: ¿Un Reflejo de Talento o de Recaudación Económica?
En muchos de estos
eventos, no se trata de valorar el talento, la inteligencia o las habilidades
de las participantes. Más bien, el éxito en estos certámenes está
frecuentemente determinado por la cantidad de dinero que las concursantes
puedan reunir. Este aspecto mercantilista no solo desvirtúa el propósito
educativo de las instituciones, sino que también fomenta un ambiente
competitivo basado en el poder adquisitivo, y no en la obtención de
conocimientos y desarrollo de capacidades, habilidades, aptitudes y actitudes.
Es entendible que, en
algunas escuelas, sobre todo de educación básica y medio superior públicas, estos
certámenes se utilicen como una estrategia para suplir ciertas carencias que el
gobierno no cubre. En estos casos, aunque cuestionable, puede ser visto como un
mal necesario para garantizar recursos adicionales que beneficien a la
comunidad educativa. Sin embargo, la situación es diferente en las
instituciones privadas, especialmente en las universidades que cobran altas
colegiaturas.
Universidades Privadas
y la Búsqueda de Propaganda
Las universidades
privadas, cuyo costo de matrícula es considerablemente alto, no deberían
recurrir a certámenes de belleza como estrategia de propaganda. Estas
instituciones tienen el deber de destacar y promover su calidad educativa a
través de medios más congruentes con su misión académica.
Acciones como
conferencias, talleres, mesas redondas, investigaciones, eventos culturales,
deportivos y artísticos son formas mucho más apropiadas de fomentar y
desarrollar las capacidades académicas y profesionales de los estudiantes,
además de dar una visión más profesional a la ciudadanía sobre su compromiso
educativo, pues como padres y madres, se busca el desarrollo profesional que le
den las herramientas necesarias a nuestros hijos/as para enfrentar las
situaciones de la sociedad actual. Estas actividades no solo enriquecen el
entorno educativo, sino que también reflejan un compromiso genuino con el
desarrollo integral de los alumnos, alineándose con los valores y objetivos de
una educación de calidad.
O ¿Tú como padre y/o
madre o futuro/a padre y/o madre qué es lo que quieres para tu hijo/a de una
universidad?
Resalto esta pregunta,
porque me parece que muchos buscamos para nuestros hijos/as una universidad que
ofrezca una educación integral, que no solo se enfoque en el aspecto académico,
sino que también fomente valores, habilidades críticas y creativas, y el
desarrollo personal. Busco que estén preparados para enfrentar los desafíos del
mundo real con ética, conocimiento y sensibilidad social. Por lo mismo, espero que
la universidad promueva un ambiente inclusivo y enriquecedor, donde se tenga la
capacidad de innovar y contribuir positivamente a la sociedad, en lugar de
basarse en apariencias superficiales y recaudaciones económicas.
Impacto Social y
Educativo de los Certámenes de Belleza
La realización de
certámenes de belleza en instituciones educativas tiene varios efectos
negativos tanto en la comunidad estudiantil como en la sociedad en general. En
primer lugar, perpetúan estereotipos de género y estándares de belleza irreales
que pueden tener un impacto significativo en la autoestima y el desarrollo
personal de los estudiantes. Al promover la idea de que el valor de una persona
está ligado a su apariencia física, se envía un mensaje que contradice los
principios de igualdad y respeto que deberían prevalecer en el ámbito
educativo.
Además, estos certámenes
pueden fomentar actitudes de superficialidad y materialismo, desviando la
atención de los estudiantes de sus verdaderas metas académicas y personales. En
lugar de incentivar la excelencia académica y el desarrollo de habilidades críticas,
se pone un énfasis desproporcionado en la apariencia física y la capacidad de
recaudar fondos. Este enfoque no solo es perjudicial para los estudiantes, sino
que también va en detrimento de la misión educativa de las instituciones.
Alternativas Educativas
y Propuestas de Valor
En lugar de organizar
certámenes de belleza, las instituciones educativas deberían centrarse en
actividades que promuevan el desarrollo integral de los estudiantes, como foros
y conferencias académicas, donde los estudiantes puedan interactuar con expertos
en diversas disciplinas, promoviendo el intercambio de ideas y el aprendizaje
colaborativo. Talleres y cursos extracurriculares que permitan a los
estudiantes desarrollar habilidades prácticas y conocimientos en áreas de
interés, fomentando la creatividad y la innovación. Proyectos de Investigación
y Competencias Académicas que reconozcan el esfuerzo y el talento intelectual
de los estudiantes. Promover actividades culturales y artísticas que celebren
la diversidad y el talento de la comunidad estudiantil, creando un ambiente
inclusivo y enriquecedor. Fomentar la participación en deportes y actividades
físicas que contribuyan al bienestar integral de los estudiantes, promoviendo
hábitos de vida saludables.
Por lo que considero
crucial que las instituciones educativas reflexionen el papel de los certámenes
de belleza en su programación y busquen alternativas que realmente enriquezcan
la experiencia educativa de sus estudiantes. La educación debe ser un proceso
que valore el desarrollo integral del individuo, fomentando el talento, la
creatividad y el pensamiento crítico. Solo a través de un enfoque educativo
genuino y comprometido, las instituciones podrán cumplir su verdadera misión y
contribuir al desarrollo de una sociedad más justa, equitativa e inclusiva.
En última instancia, la
verdadera belleza de una institución educativa reside en su capacidad para
formar individuos íntegros, capaces de enfrentar los desafíos del mundo con
conocimiento, ética y sensibilidad social. Abandonar prácticas obsoletas y superficiales
como los certámenes de belleza es un paso necesario hacia la construcción de un
futuro educativo más prometedor y significativo.
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