La infancia es una etapa crucial en el desarrollo psicológico y emocional de las personas. En ella se forman muchos de los rasgos de personalidad, las creencias, los valores y las actitudes que nos acompañarán el resto de nuestra vida. También es una etapa en la que somos especialmente vulnerables y sensibles a lo que nos ocurre y a lo que nos dicen los demás, especialmente nuestros padres o cuidadores.
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ÍNDICE
- Introducción
- ¿Qué es la herida de humillación?
- ¿Cómo surge la herida de humillación?
- ¿Cuál es la máscara social de la herida de humillación?
- ¿Cómo afecta la herida de humillación en la vida adulta?
- ¿Cómo identificar la herida de humillación?
- ¿Cómo sanar la herida de humillación?
- Sugerencias
- Fuentes de consulta
En ocasiones, podemos vivir experiencias traumáticas o dolorosas que nos generan heridas emocionales. Estas heridas son como cicatrices psicológicas que nos afectan en nuestra forma de ser, de sentir y de relacionarnos con nosotros mismos y con los demás. Según la autora Lise Bourbeau, existen cinco tipos de heridas emocionales: el rechazo, el abandono, la traición, la injusticia y la humillación.
En este artículo nos centraremos
en la herida de humillación, una de las más profundas y difíciles de sanar.
Veremos qué es, cómo surge, cuál es su máscara social, cómo afecta en la vida
adulta, cómo identificarla y cómo sanarla. También te daremos algunas
sugerencias para mejorar tu bienestar personal y tu calidad de vida si has sufrido
esta herida en tu infancia.
¿Qué es la herida de humillación?
¿Cómo surge la herida de humillación?
Se produce cuando el niño o la niña siente e interpreta que uno o ambos padres se avergüenzan de él o ella, y lo desaprueban o lo humillan con palabras o gestos, especialmente en público. Algunos ejemplos de estas conductas son:
- Comparar al niño o la niña con otros niños o niñas y hacerle sentir inferior.
- Decirle al niño o la niña que es lento, torpe, sucio, feo, tonto, malo, etc.
- Burlarse del niño o la niña por su aspecto físico, por algo que haya hecho o por cómo es.
- Castigar al niño o la niña delante de otras personas o aislarlo de los demás.
- Ignorar al niño o la niña o no prestarle atención cuando necesita ayuda o afecto.
- Abusar sexualmente del niño o la niña o hacerle sentir que su sexualidad es sucia o vergonzosa.
¿Cuál es la máscara social de la
herida de humillación?Foto de Юлія Дубина en Unsplash
La máscara social es la forma que adoptamos para protegernos de nuestra herida emocional y evitar que se vuelva a abrir. Es una especie de disfraz que nos ponemos para ocultar nuestro verdadero ser y adaptarnos a lo que creemos que los demás esperan de nosotros.
La máscara social de la herida de
humillación es la máscara del masoquista (emocional y mental). El masoquista es
aquella persona que encuentra placer e incluso satisfacción sufriendo. Se busca
de forma inconsciente el dolor y la humillación la mayoría de las veces. Antes
de que los demás lo castiguen, ya lo hace antes él mismo. Como tiene esa
necesidad de cuidar de los demás, tiende a crear situaciones donde se olvida de
sí mismo. Es un intento de protección para no sentirse humillado, pero lo
cierto es que consigue justo lo contrario ya que en muchas ocasiones se
aprovechan de él.
Estas son algunas de las
características del masoquista:
- Se castiga a sí mismo y se expone a situaciones humillantes ante los demás.
- Se niega todo lo que desea profundamente, ya que se culpa por desearlo.
- Cuando se enfada tiende a humillar a los demás para desahogarse.
- Se desconecta de sus necesidades.
- Si alguien no es feliz a su alrededor, se culpa de ello.
- Utiliza las compras, la comida u otros medios para satisfacer sus deseos.
- No se cuida, los demás siempre son más importantes que él.
- Hace por los demás lo que no hace por sí mismo.
¿Cómo afecta en la vida adulta?
Baja autoestima: la persona se siente indigna de amor, de respeto y de reconocimiento. Se infravalora y se critica constantemente. Tiene una imagen negativa de sí misma y de su cuerpo.
Dependencia emocional: la persona
necesita de la aprobación, la aceptación y el apoyo de los demás para sentirse
bien. Tiene miedo al rechazo, al abandono y a la soledad. Se somete a los
deseos y las exigencias de los demás para complacerlos y evitar conflictos.
Culpa y vergüenza: la persona se
siente culpable y avergonzada por todo lo que hace o deja de hacer. Se castiga
a sí misma por sus errores o por sus deseos. Tiene dificultades para expresar
sus emociones, sus opiniones y sus necesidades.
Masoquismo: la persona se busca
situaciones de sufrimiento y de humillación, ya sea de forma consciente o
inconsciente. Se sacrifica por los demás y se olvida de sí misma. Se
autolesiona o se expone a riesgos innecesarios.
Agresividad: la persona puede
reaccionar con ira, violencia o humillación hacia los demás cuando se siente
amenazada, ofendida o frustrada. Puede ser muy exigente, crítica o manipuladora
con los demás. También puede ser muy pasiva, sumisa o evitativa.
¿Cómo identificar la herida de
humillación?Foto de Jeremiah Lawrence en Unsplash
- ¿Siento que mis padres se avergonzaban de mí o me humillaban cuando era niño o niña?
- ¿Me siento inferior a los demás o me comparo constantemente con ellos?
- ¿Necesito que los demás me validen, me acepten y me aprueben para sentirme bien?
- ¿Me cuesta decir no o poner límites a los demás por miedo a perderlos o a enfadarlos?
- ¿Me siento culpable o avergonzado por mis deseos, mis emociones o mis acciones?
- ¿Me castigo a mí mismo o me expongo a situaciones humillantes o dolorosas?
- ¿Me enfado o humillo a los demás cuando no hacen lo que yo quiero o espero?
Si respondemos afirmativamente a
algunas o todas estas preguntas, es probable que tengamos la herida de
humillación y que necesitemos sanarla.
¿Cómo sanar la herida de humillación?
Sanar la herida de humillación no es fácil ni rápido, pero tampoco es imposible. Requiere de un proceso de autoconocimiento, aceptación y transformación que podemos llevar a cabo con la ayuda de un profesional de la psicología o por nuestra propia cuenta si tenemos las herramientas adecuadas.
Algunas de las claves para sanar
la herida de humillación son:
Identificar y expresar nuestras
emociones: el segundo paso es aprender a reconocer y a nombrar lo que sentimos
en cada momento. No se trata de reprimir, evitar o juzgar nuestras emociones,
sino de permitirnos sentirlas y expresarlas de forma sana y constructiva.
Aumentar nuestra autoestima: el
tercer paso es mejorar nuestra imagen y nuestro concepto de nosotros mismos. No
se trata de depender del juicio o del reconocimiento externo, sino de
valorarnos, respetarnos y querernos por lo que somos y por lo que podemos ser.
Desarrollar nuestra autonomía: el
cuarto paso es desarrollar nuestra capacidad de tomar decisiones por nosotros
mismos y de asumir las consecuencias de estas. No se trata de depender de los
demás o de dejar que ellos decidan por nosotros, sino de confiar en nuestro
criterio y en nuestra responsabilidad.
Perdonar y soltar: el quinto paso
es perdonar a nuestros padres o cuidadores por habernos humillado o avergonzado
en nuestra infancia. No se trata de justificar o minimizar sus conductas, sino
de comprender que ellos también tenían sus propias heridas y limitaciones, y
que hicieron lo que pudieron con lo que tenían. También se trata de perdonarnos
por habernos humillado o avergonzado a nosotros mismos. No se trata de
culparnos o castigarnos, sino de aceptar que somos humanos y que podemos
equivocarnos y aprender de nuestros errores. Finalmente, se trata de soltar el
pasado y vivir el presente con plenitud y libertad.
SUGERENCIAS
Además de los pasos anteriores, podemos aplicar algunas sugerencias prácticas para superar la herida de humillación y mejorar nuestro bienestar personal y nuestra calidad de vida. Algunas de estas sugerencias son:
Practicar la asertividad:
expresar nuestras emociones, opiniones y necesidades de forma clara, directa y
respetuosa. Decir no cuando queremos decir y poner límites a los demás cuando
sea necesario. Defender nuestros derechos y nuestros intereses sin agredir ni
humillar a los demás.
Practicar la gratitud: agradecer
todo lo bueno que tenemos en nuestra vida, tanto lo material como lo
inmaterial. Agradecer a las personas que nos apoyan, nos quieren y nos
respetan. Agradecer a nosotros mismos por ser como somos y por haber superado
tantas dificultades.
Practicar el optimismo:
enfocarnos en el lado positivo de las cosas, en las oportunidades y en las
soluciones. Evitar el catastrofismo, el victimismo y el pesimismo. Tener una
actitud abierta, curiosa y proactiva ante la vida.
Buscar ayuda profesional: si
sentimos que la herida de humillación nos impide vivir plenamente o nos genera
mucho sufrimiento, podemos recurrir a un profesional de la psicología que nos
ayude a sanarla. Un psicólogo o una psicóloga podrá ofrecernos un espacio
seguro, confidencial y empático donde podremos expresarnos libremente,
comprender mejor nuestra herida y aprender estrategias para superarla.
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FUENTES DE CONSULTA
- Bourbeau, L. (2018). Las cinco heridas que impiden ser uno mismo. Ediciones Obelisco.
- Castelos, M. (2020). Herida de la humillación, en qué consiste y cómo sanarla. Recuperado de https://psicologamartacastelos.com/herida-de-la-humillacion/
- Marín, C. (2020). Las 5 heridas emocionales de la infancia. Recuperado de https://psicologiaymente.com/desarrollo/heridas-emocionales-infancia
- Pérez, A. (2020). La herida de humillación: ¿cómo se manifiesta en tu vida? Recuperado de https://lamenteesmaravillosa.com/herida-humillacion-como-se-manifiesta-vida/
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